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miércoles, 22 de diciembre de 2010

MI REFLEJO


Me desperté. Noté el frío sudor en mi cara. Había tenido una pesadilla.
Miré fijamente el techo de mi habitación, quizás porque quería tener mi mente despejada en algo o simplemente porque el techo blanco hipnotizó mis pobres sentidos dormidos.
Inconscientemente me levanté, me puse unos zapatos que había justo al lado de la mesilla de noche e intenté despejarme.
En aquel preciso momento, sentí las contracciones de mis músculos reclamándome que no me moviera ni un centímetro más. Y yo, sin pensar, me puse a andar hacía el baño. Notando en cada paso, las punzadas de mis músculos y articulaciones, recordándome que existían.
Pero una vez en el baño, cerré la puerta, apoyé mi espalda en ella y miré fijamente el espejo. Al principio no logré formar una imagen clara, pues mi mente aturdida todavía por una pesadilla que no lograba recordar, no conseguía centrarse en nada, ni siquiera en mi propio reflejo, pero luego, poco a poco, la visión de mis ojos fue llegando a mi mente y, contemplé ensimismada, mi propio reflejo.
En ese instante, me di cuenta. Me di cuenta de todo y, a la vez de nada. Despegué la espalda de la pared y di unos pasos lentamente, acercándome cada vez más y más al espejo.
Miré un único punto, dos pequeñas esferas verdes. Mis ojos. Y, una vez situada a escasos centímetros del espejo, descubrí que, verdaderamente, aquella imagen que me mostraba el espejo, la que me hipnotizaba sin piedad, no era extraña. Pues, el sol, la luna y el mar eran menos comunes a mis ojos, que al verla a ella.
Y, descubrí que aquellos ojos verdes que me miraban fijamente, simplemente me mostraban mi alma, su propio reflejo.

1 comentario:

  1. Muy bonito e introspectivo. Me gusta mucho ese "no conocerse" a uno mismo y, sin embargo, darse cuenta de que está desnudo ante sí mismo... De que nadie te va a conocer como tú mismo (o misma).

    ¡Salud!

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